Carlota Cortés nació en 2016, de Súper-8 filmados durante un primer viaje a España con mi pareja Charlotte Denis. Filmaba o no, según el estado de ánimo, los lugares, la luz... En el momento de las tomas, esas imágenes no tenían ningún significado narrativo, eran recuerdos.

A lo largo de los años, he tenido el deseo de editar esas imágenes mudas.

Durante el montaje, el sentido aparece en una incesante ida y vuelta. Primero escribo lo que veo en la mesa de edición, corto lo menos posible, ensamblo y muevo, luego confronto la línea de tiempo y el guión, reescribo y edito sin nunca imponer "qué manda sobre qué". Muy rápidamente, llegan los efectos de sonido y las atmósferas, a veces diegéticas, otras veces contrapuestas a la escena, lo que de vez en cuando les da a las imágenes una profundidad completamente inesperada.

Intento ver -en el sentido de ver, oír y escribir- lo que hay entre las imágenes.

Aún más tarde, darle una voz al personaje me pareció esencial. Carlota era para mí de nacionalidad española. Cuando se lo conté a mi amigo José, inmediatamente pensó en Angelita. El encuentro con la voz de Ángeles Molina García fue amor artístico a primera vista: ¡ella dio vida a Carlota!

Al final, si hay una película, es indiscutiblemente una película experimental pero también narrativa, ya que con ella hay un guión dialogado, cuyas últimas versiones están siempre entregadas a la crítica implacable de mi amigo guionista Nicolas Barbey.

El Found-footage es editar imágenes encontradas en un bote de basura y darles un significado diferente del que mandaba cuando fueron grabadas.

Me gustaría llamar a estos experimentos cinematográficos... "self-found-footage".

Max Belmessieri, autor.